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martes
Depresión: lo barato cuesta caro.

Esto es una muestra de mis estados de ánimo ultra fluctuantes. En este momento me encuentro absolutamente desconsolado por lo absurda de mi situación.
Resulta que mañana tengo prueba de un ramo X.
Hace un mes, cuando las clases estaban comenzando, decidí comprar una impresora porque ya llevaba como 2 años con la impresora antigua mala. Esta se había echado a perder porque comencé a usar cartuchos alternativos dado que los originales me parecían muy caros, desde que mi Papá me cortó unilateral e irrevocablemente el subsidio.
Resumiendo (pucha que me cuesta resumir), los cabezales de la impresora se tapan con esas tintas. Ahí esta botada agarrando polvo.
Esta impresora nueva, que estudié y estudié como una semana para asegurarme que fuera lo suficientemente buena y confiable se echó a perder la segunda vez que imprimí unos apuntes de la profesora más maravillosa del mundo que hoy nos llevó Negritas a todos para que comieramos, de puro amorosa que es.
Para mi desgracia me funcionó la tincada computacional, esa que me indica que si no estoy 100% convencido del producto, mejor debería alejarme de él.
Las cosas están difíciles para todos, asi es que ante la tentadora oferta de Falabella.com , adquirí la Epson C60 en vez de la impresionantemente alabada Canon S520, de la cual hice un extensa investigación, evaluación y estudio de costo por página a las 500 y 3000 páginas, valga la redundancia. A pesar de que los resultados eran concluyentes a favor de la Canon, uno propuso y la Mamá dispuso.
Bueno, y qué diablos tiene que ver esto con mi depresión?
Que como la impresora está mala, Falabella me la envió a reparar sin costo y no me devolvió la plata, que es lo que esperaba, porque reclamé 2 días más tarde de expirada la garantía "Satisfacción Garantizada" (bien como las pelotas les diré).
"15 días hábiles"-me dijeron, o sea una eternidad para un estudiante que tiene que entregar trabajos semanalmente e imprimir la mayóría de las cátedras. Obviamente que va a estar justo el 15avo día hábil, con suerte.
Resulta que la prueba de mañana, se basa en unos apuntes que uno imprime, y lleva a clases para que a nosotros los niñitos lindos, hijitos-de-papá de la UDP no se nos vayan a arrugar las manos que usamos para tocar el arpa.
Como el gil tiene la impresora mala, cooperó. O sea no llevó (shiá, toy como Martín Vargas, hablando en 3ra persona) los apuntes que hay que rellenar para que uno entienda la materia que le están pasando. Es así como el día viernes recién pasado, me quedé mirando el techo mientras los demás aprendían. Yo me dedicaba a copiar las largas fórmulas del pizarrón mientras los otros simplemente rellenaban los cuadraditos para que pudieran prestar atención a las explicaciones del profe. Como no puse atención, no entendí y acá llevo horas intentando entender algo que uno, que es bien porfiado para las matemáticas, no tiene cómo entender.
O sea, todo esto por culpa de la oferta de Falabella.
A todo esto quedé bastante disconforme con la experiencia. Me da lo mismo que me haya atendido una tremenda mujer en servicio al cliente. Yo no quiero sonrisas niñita, quiero soluciones eficientes. Pucha que me da rabia oh. Más encima a uno lo ven con esta pinta y no lo toman en serio.
El tema de asumir la edad y vestirse de acuerdo a ella es un tema que aún no se ha tratado, pero viene, y viene con todo. Notarán Uds. que claro, llevo 10 años vistiéndome igual, cuando debería vestirme como todo un Tío.
Enfin.
Cambiando de tema a cosas más agradables, me tomaré la libertad de saludar a la Consuelo, o Polita como le digo yo. La linda se está sintiendo porque no la he mencionado. Linda: tú el otro día me dijiste que no te ibas a meter más a mi weblog (por los links "cochinos") por eso no he hablado más de ti, pero no significa que no me acuerde de tí.
Ahora volveré a contar lo que haya que contar, aunque nos veamos re poco en la Universidad.
Bueno, con ese pensamiento para tí, despido esta triste noche en que me veo sufriendo mañana por la mañana en aquella maldita prueba, haciendo hora y mirándo los torpedos en las sillas, de otros ramos que no me sirven, pensando en que todo acabará luego y que podré venir a contarles lo mal que me fué.
Ahora, si mañana en el Metro conozco al amor de mi vida, todo esto habrá sido un pelo de la cola.
Nos vemos.
Tono.
4/08/2003 ::
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